Hablar de cultura a la sombra de la industria cultural

o por qué abrir un blog en 2023

H

Resulta descorazonador ver lo mucho que ha cambiado el análisis cultural desde que Mark Fisher iniciara su influyente blog k-punk durante el primer trimestre del 2003. En la entrada titulada Why k?, el analista habla de las posibilidades de internet, y en concreto de los blogs personales, para superar todas aquellas limitaciones autoimpuestas por la academia dentro de los llamados estudios culturales. «¿Por qué comencé el blog? Porque me parecía que era un espacio —el único espacio— en el que podía continuar un tipo de discurso que se había iniciado en la prensa musical y en las escuelas de arte, pero que casi había desaparecido, provocando, a mi entender, consecuencias culturales y políticas espantosas», escribe Fisher. El teórico cultural comparte aquí dos ideas fundamentales: la de que hablar de cultura es sano y necesario para la sociedad y la de que internet puede ser la opción perfecta para dejar atrás lo que denomina «la realidad depresiva, culposamente chismosa, de la academia». Sin embargo, 10 años después, en su polémico texto Exiting the Vampire Castle, Fisher se mostraba en extremo desencantado. Internet, lejos de eliminar las barreras que afectan sobre todo a la clase obrera a la hora de acceder, interiorizar y comprender la cultura, había generado un ecosistema por el cual la conversación general había sido invadida por diferentes «discursos» que, alimentados por las redes sociales, hacían imposibles construir alrededor de la literatura, el cine, la música o los videojuegos. Fisher apuntaba en su momento a que los análisis de la izquierda se habían vuelto «insoportablemente académicos, insulares y moralistas», con evidentes tendencias al «identitarianismo y a una pureza ideológica individualista que pasaba por encima de cualquier solidaridad de clase». 

El texto de Fisher no sólo es controvertido, sino que en los últimos cinco años ha perdido de tal manera sus puntos de apoyo que al volver a él en otoño del 2023 no podemos evitar sentir algo de vergüenza. Y no es que el teórico esté equivocado de fondo, sino que su análisis se construye en los ejemplos incorrectos, además de obviar la influencia de la tecnología en el comportamiento de las personas. Porque al ver internet sólo como una herramienta para comunicarse y no como un ecosistema en donde habitamos, Fisher culpa al usuario de la radicalización y polarización de las conversaciones, así como por su incapacidad de profundizar en las ideas, obviando el funcionamiento de un algoritmo puesto al servicio del capital y el hecho de que el «internet de las empresas» esté diseñado para rechazar todo lo que sea lento y no-visual. Lo interesante aquí es presenciar el viaje desde Why-k o One year later a Existing the Vampire Castle, aquel que lleva a Fisher desde la esperanza basada en la creencia de que los blogs personales o los videoensayos de YouTube harán posible que la sociedad participe de un análisis cultural que se enriquecerá a través de cientos de perspectivas libres y entusiastas, alejadas de la industria cultural, hasta el total desencanto. Pero, por muy palpable que sea su desesperanza, lo cierto es que Fisher se quedó corto en su pesimismo. El analista jamás imaginó un internet en el que los blogs personales desaparecieran para dar lugar a macrowebs en la que los jóvenes periodistas son constantemente explotados y entrenados para contentar, no a sus lectores, sino al todopoderoso SEO. Un ecosistema en el que la rapidez, la publicidad y la necesidad de captar lectores a toda costa creara una oleada de textos ilegibles, irresponsables y, sobre todo, superficiales, puestos totalmente al servicio de la polarización creada por las redes sociales. Personalmente, lo que creo que más afectaría a Fisher, al menos por lo que se trasluce de su visión del análisis cultural, es la absoluta degradación de la profesión que es, a la vez, demandada por el público a un ritmo inasumible y despreciada por la industria hasta volverla insignificante.

En los casi diez años que llevo como periodista cultural he comprobado como el ciclo natural del analista pasa por unos primeros años de salvaje explotación en donde el aprendizaje corre a mano del propio trabajador, seguido por un breve periodo de aceptación en el cual la mayoría de profesionales termina por entender que en realidad nadie vive de esto. Que es imposible mantener el ritmo cuando la experiencia y el aumento de las responsabilidades no lleva asociado un sueldo que permita, siquiera, vivir con dignidad. El periodismo cultural actual sigue unos ritmos frenéticos en los que parece impensable pararse a aprender, reflexionar y contrastar opiniones. A día de hoy, el análisis cultural vive tanto en el momento que respirar es un lujo que sólo puedes permitirte si, convertido en una marca (y en su propio departamento de marketing y relaciones públicas), consigues el favor de la gente a modo individual.

Aunque parece que el público está más interesado que nunca en leer análisis cultural, la mayoría de la audiencia sigue pensando, de forma consciente o inconsciente, que esto es algo que no tiene que pagar a no ser que desarrolle con el autor algún tipo de relación parasocial. Las redes sociales han trasladado el mensaje de que la teoría cultural no es más que formar una opinión y expresarla, de manera que cualquier persona, en cualquier situación, tiene algo igual de valioso que aportar. Esto traslada la idea de que la experiencia de los profesionales no vale nada y de que un trabajador puede ser, en cualquier momento, sustituido por otro. Y no se puede culpar a la audiencia por nada de esto. No cuando las páginas dejan de lado la ética cuando entra publicidad de un juego grande o de una novedad editorial. No cuando cuando la mayoría de profesionales en los puestos de poder no diferencian entre un profesional que se dedica al entretenimiento dentro de la industria de la cultura y otro que quiere hacer análisis cultural. Para aquellos que escribimos sobre cultura la situación es siempre de pérdida. O aceptamos cobrar una miseria y trabajar largas horas para poder dedicarnos a aquello que nos apasiona o buscamos otros caminos, dejando aún más desamparado el abanico de ideas que debe inspirar a la sociedad. Estoy tan segura de que el análisis cultural no vale nada en el contexto capitalista como que es algo esencial para formar a una sociedad que se expresa de forma constante a través de la imagen y se autodefine gracias al consumo constante dentro de la cultura pop. Cuando muchos de los eventos clave para las generaciones más jóvenes están ligados a los grandes estrenos, a los macroconciertos o a la representación que encontramos en las series, mirar profundamente a aquello que nos rodea, y separar el producto y el marketing de su mensaje y su efecto en la sociedad, se convierte en una obligación que no debemos ignorar.

Si me he decidido a empezar un blog personal en 2023, cuando ya el texto en internet parece tener cada vez menos sentido, es porque necesito hacer un viaje inverso al de Fisher; porque necesito ir del desencanto de pensar en los textos como «contenido» a la ilusión de volver a creer que el análisis cultural puede ser inspirador, y que no es sino inspiración lo que necesita la sociedad. En un momento en el que me identifico cada vez más con Fisher como el teórico desalentado de los últimos años, tengo que volver a actuar en base a las creencias que me impulsaban como joven profesional. Veinte años después del nacimiento de k-punk necesito conectar con lo entusiasta de su esencia y, para ello, tengo que imaginar un internet como el que Fisher soñaba con crear: un internet «de las personas» en la que no se escribe para posicionar un texto, en el que las empresas no deciden qué es digno de leerse a través de la publicidad y en el que los algoritmos no dictan el discurso ni posicionan el tipo de ideas sobre las que se tiene que conversar. Ahora me siento sola en esta empresa pero tengo que aferrarme a la esperanza de que todo puede cambiar.

Para Antonio Gramsci una crisis es un momento en el que se muere lo viejo sin que pueda nacer lo nuevo. Por eso, ante esta crisis en los estudios culturales, me veo en la obligación de crear. 

About the author

Marta Trivi

28 comentarios

  • Qué bellísimo texto, Marta. No tengo dudas de que espacios como este ayudarán a cimentar un nuevo internet y un nuevo análisis cultural. A mí desde luego ya has conseguido devolverme la ilusión.

  • Hola Marta, sigo con mucho interés desde hace ya unos años todo lo que haces. Te deseo suerte con esto y espero que vuelvas a encontrar esa ilusión. Mientras existan voces como la tuya yo al menos no dejaré de tener esperanza en el análisis cultural !

  • Mucha suerte con el blog que ya me ha servido como inspiración, porque según iba leyendo ya me estaban dando ganas de abrir también un blog jaja

    Ganas de leer y reflexionar lo que vendrá.

  • Marta Trivi, es increíble la alegría q me da conocer este blog. Este descubrimiento junto con tus recientes colaboraciones en Anait, son como un espacio de luz en medio de la tempestad. Gracias Marta de corazón por estar presente y no renunciar a la esperanza de q todo puede cambiar.

  • ¡Hola Marta!
    Sin duda andamos faltos de esperanza, pero encontrar lugares nuevos para leerte devuelve un poquito de ilusión 🙂
    PD: Buscar Cultura Caníbal en google me ha llevado a un curioso artículo de wikipedia. Escribo esto perturbado pero no arrepentido.

  • Gracias por escribir esto. Creo que todas quienes nos dedicamos a cualquier cosa relacionada con arte/cultura hemos pasado por viajes similares. Espero que recuperes la ilusión y las ganas de hacer cosas.

  • Qué bueno leerte de vuelta, Marta. Tu marcha coincidió con un momento en el que me sentía a punto de explotar, profesional y personalmente hablando, y este regreso con la semana en la que dejo por fin la crítica cultural dentro del marco del periodismo. Me iba sin casi nada de la ilusión que traje al llegar, pero la misma pena por no saber si he huido o me han expulsado. Ahora, al menos, me voy con la alegría de ver que tú has encontrado un espacio nuevo e ilusionante y la esperanza de que yo tal vez lo encuentre también en el futuro.

    Gracias por escribir.

    • Hola, Antonio. Me comentó Alberto lo de tu retirada y, aunque sé que ahora tendrás más estabilidad, no puedo sino verlo como una pérdida para el sector. Espero que te vengan muchas cosas buenas y, si algún día cambian las condiciones, que sepas que te estaremos esperando.

      Abrazo.

  • Hola Marta! Me ilusiona mucho ver que sigues escribiendo, es un texto estupendo! Sigue así! Echo de menos oír tus opiniones en el reload. Un abrazo!

    • Hola, Carlos! Mil gracias por tu comentario :_) me hace mucha ilusión ver la acogida que esta teniendo este pequeño proyecto. Gracias por tu amabilidad (por cierto, yo también echo de menos estar con mis compas en el Reload)

  • He empezado a leer k-punk hace nada y cuando veo el título del artículo pienso «Luego le pongo alguna referencia a Fisher en los comentarios». Me ha maravillado ver que justo basas tu texto en k-punk, lo cual dice mucho y muy bueno de tu artículo.

    Un placer leerte Marta, eres mi analista/crítica cultural preferida y se te echaba de menos, mucho ánimo con tu proyecto y que te traiga muchas alegrías. No soy ningún profesional como tú, pero la idea de abrir un blog personal lleva en mi cabeza años, y viendo como funciona la créteca cultural se siente una necesidad imperiosa, y aunque no esté tan formado, por algo se empieza.

    Ojalá tu proyecto sea el empujoncito que falta y que da igual cuántos o quiénes lo lean, seguro que inspira a muchos, incluido a mí. Un abrazo.

    • Hola, Alejandro! Muchas gracias por leerme. Como imaginarás, que me relaciones con k-punk me hace mucha ilusión. Mark Fisher es MI referente. Entiendo que la idea de blog personal queda muy atrás, pero estaría genial que consiguiéramos retomar, aunque fuese un poquito, la cultura del internet de las personas.
      Un abrazo.

  • Un gustazo leerte como siempre Marta. Si la cultura popular tiene tanto impacto en nuestras vidas es algo que no podemos dejar de cuestionarnos y de ver como nos afecta. Te deseo mucho éxito con este blog.

  • Aunque llego muy muy tarde tanto aquí como a Choquejuergas te deseo la mejor de las suertes y mucho ánimo en esos dos proyectos y en los que tengas o puedas tener en un futuro.

    Se respira fuerza para cambiar y darlo todo en tu artículo, lo cual es aún más admirable sabiendo que has sacado eso en un momento de cambios y estrés en tu vida.

    Un abrazo.

  • ¡Hola, Marta!
    Qué bueno leerte. Yo también llego tarde a tu blog. Me enteré de su existencia gracias a un comentario de Juan T. Salas en el Guadalindie, y pienso ponerme poco a poco a leer todas las entradas. Qué necesario es este tipo de análisis y qué difícil de encontrar, o así me lo parece a mí, que no habito con gran fluidez este ecosistema de internet y las redes. Yo estoy dispuesto a apoyarte en lo que pueda allá donde vayas. ¡Mucho ánimo en el camino y un abrazo fuerte!

¡Apoya la crítica cultural!

Si te gusta Cultura Caníbal y te lo puedes permitir, colabora con su mantenimiento.